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20 de enero de 2025
OPINIÓN

Los círculos de la privacidad

Por Salvador Romero Espinosa

¿Alguien de tu confianza ha divulgado alguna vez un secreto que pediste que no le contara a nadie?, ¿cómo te sentiste y qué consecuencias tuvo? A esa información que tanto te dolió que se revelara se le conoce como un dato personal sensible.

Debemos tener cuidado con los datos personales que publicamos en las llamadas Redes Sociales Digitales, dado que prácticamente todo lo que compartimos en ellas queda ahí para siempre.

Un dato personal es aquel que permite identificar, hacer identificable y conocer mejor a una persona en concreto, como por ejemplo, en el juego de mesa llamado «Adivina Quién», en donde cada jugador tiene a un personaje -entre muchos posibles- y, en el cual, gana el jugador que, a través de la extracción intensiva de datos personales del personaje del jugador rival, logra identificarlo primero.

Lo mismo sucede con cualquier persona, entre más datos personales tengamos de ella, será posible identificarla y conocerla mejor incluso si no tenemos su nombre y, por eso es tan importante que cuidemos nuestros datos personales, especialmente los sensibles.

En mi opinión existen dos subtipos de datos personales sensibles que, es indispensable que conozcamos y entendamos para tener la oportunidad de dimensionar la importancia de cuidarlos y preservarlos: Los privados y los secretos.

Para entender bien cada tipo, es necesario que imaginemos un gran círculo en el cual se encuentran todos los datos personales que existen sobre una persona como tu.

Ahora dibujemos otro círculo dentro del círculo principal, en el cual cada persona coloca los datos que considera privados, y nuevamente, dentro de este círculo interior, dibujemos un tercer círculo, todavía más pequeño, dentro del cual se colocarán los datos más íntimos o secretos de esa misma persona.

La información que dejamos dentro del círculo mayor, es decir, aquella que no colocamos en ninguno de los otros dos círculos, está formada por toda la información que no tenemos inconveniente en que cualquier otra persona -la conozcamos o no- pueda saber de nosotros, por ejemplo: nuestro estado civil cuando usamos anillo, las fotos que subimos a un portal público de Internet o nuestro equipo de futbol favorito cuando usamos su playera.

La información que colocamos en el segundo círculo, el de la privacidad, se forma por aquellos datos personales que solamente queremos compartir con una o unas cuantas personas y que deseamos sea inaccesible para el resto de las personas, por ejemplo: nuestro estado de salud, nuestras conversaciones de Whatsapp o nuestro número telefónico personal, que solo compartimos a personas cercanas.

Finalmente, la información que colocamos en el tercer círculo, son aquellos datos personales que no se desea compartir con nadie, son los pensamientos más secretos, por ejemplo: todo aquello que se suele escribir en un diario, donde se plasman los pensamientos y acontecimientos que le suceden a una persona, sin intención de que nadie tenga acceso a ellos.

En ese contexto, uno de los más grandes (y, a veces, graves) problemas que puede tener una persona, es cuando alguno de los datos personales que se encuentra en uno de los dos círculos interiores migran sin su consentimiento a un círculo mayor, atentándose con ello contra su imagen, honor y reputación, o incluso contra su libertad o seguridad, como sucedió en la Segunda Guerra Mundial cuando los nazis accedían a los registros y censos de personas judías.

Podríamos llenar un libro con ejemplos de todo lo delicado que es darle publicidad no autorizada a los datos personales de una persona, sin embargo, lo importante en este momento es llamar a los lectores a tomar consciencia de la importancia de cuidar sus datos personales, porque una vez que los colocamos es el círculo exterior, es casi imposible regresarlos a uno interior.

Finalmente, uno de los grandes riesgos para que eso suceda se presenta con la información que compartimos en Internet, particularmente en las llamadas Redes Sociales Digitales, dado que prácticamente todo lo que compartimos en ellas queda ahí para siempre, y puede ser utilizado por otros usuarios o por las empresas que las administran para un sinfín de objetos que atentan contra nuestra privacidad o seguridad.

Por primera vez en la historia, muchas plataformas en Internet, a través de perfilamientos digitales, pueden invadir incluso nuestro círculo más secreto, el de nuestros pensamientos, por lo cual es importante que sepas: entre más información sobre tu persona y tu vida compartas a otras personas y/o en Internet, mucho más expuesto, manipulable y vulnerable serás.

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