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7 de septiembre de 2024
POLÍTICA

Crónica de una muerte anunciada

LA DEBACLE DEL PRD

Fueron Ortega, Zambrano y Compañía, los que avalaron las alianzas del PRD con el PAN, algo que muchos de sus detractores identificaron como un claro acto de promiscuidad política.

 

Por Aldo Fulcanelli

Tras la aplastante victoria de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum y sus aliados; trascendió la desaparición del PRD, partido de izquierda fundado en 1989 por el sempiterno líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas. Sin alcanzar el porcentaje que la propia ley determina para conservar su registro, a la deriva por una alianza con el PRIAN, que más que abonar a su causa, contribuyó a su extinción, el PRD dejó de ser aquel instituto político que encabezó la lucha por la alternancia en el México del “salinismo”, para convertirse en partido comparsa; al menos durante los últimos doce años.

A pesar del panorama oscuro, adelantado por no pocos analistas políticos, el partido que aglutinara en sus inicios a muy relevantes movimientos de izquierda en México, y que ofrendó como una parte de su memoria política manchada por la sangre, a cientos de militantes masacrados por el entonces sistema gobernante, decidió emprender una tortuosa aventura. El establecimiento de la mencionada alianza con el PRIAN, sin el consenso de la mayoría de los militantes del propio PRD, no únicamente provocó la ira del ala más tradicional del partido, además; determinó el fracaso de la gestión de Jesús Zambrano como su dirigente.

Los viejos líderazgos morales devinieron en posiciones políticas ocupadas por personajes como Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán, y más recientemente Emilio Álvarez-Icaza, este último, ligado a los Chuchos desde sus años como defensor de los Derechos Humanos, los otros; amantes del vituperio y la denostación más incendiarios.

 

ORTEGA, ZAMBRANO Y COMPAÑÍA

La crisis del PRD como una oferta política, se recrudeció desde la firma del llamado “Pacto por México” en el año del 2012, una intentona del gobierno del entonces presidente Enrique Peña Nieto, por legitimar su tambaleante presidencia. La firma de dichos acuerdos, desató la molestia de no pocos militantes del partido de izquierda, quienes vieron en ese acto, la mano oscura de Jesús Ortega y del propio Jesús Zambrano, ambos partidarios del aliancismo, impulsados además por un voraz pragmatismo.

La ausencia de Programa y rumbo del PRD, alineado ya bajo la tutela de los llamados “Chuchos”, ese consorcio político al que muchos recriminan la debacle actual de su partido, provocó la separación de cientos de militantes, además de la renuncia de personajes de la talla de Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz-Ledo, fundadores también.  Andrés Manuel López Obrador, tomó distancia del PRD, y terminó siendo postulado por los partidos MORENA/PT/PES durante las elecciones del 2018, en las cuales, resultó vencedor convirtiéndose en el mandatario más votado de la historia.

Fueron Ortega, Zambrano y Compañía, los que avalaron las alianzas del PRD con el PAN, algo que muchos de sus detractores identificaron como un claro acto de promiscuidad política.

Las oscuras maniobras de estos personajes, promotores de lineas discursivas muy apegadas al histrionismo y la ausencia de ideología política, terminaron por sepultar la disposición del PRD, de sobrevivir como una fuerza política perdurable. Al final, sin liderazgo, sin capacidad de autocrítica, la cúpula del PRD, secuestrada por Zambrano, un personaje siniestro que sucumbió a los encantos de Claudio X González y su fracasada alianza, terminó por recibir el esperado tiro de gracia.

 

LA CAÍDA

Bastaron doce años, para que las extraviadas dirigencias del PRD, dieran al traste con 35 años de lucha política, emparejada con los años más difíciles por la búsqueda de la alternancia en México. Los militantes, afines al origen de ese partido, un partido que nació como un contrapeso del salinismo más abyecto, proclive a la venta del patrimonio nacional, optaron por dejar de creer en el PRD como una opción política viable. Al caño se fue el recuerdo de aquella coalición histórica de izquierda, respaldada por luchadores de la talla de Heberto Castillo, Gilberto Rincón-Gallardo y muchos otros.

Los viejos líderazgos morales devinieron en posiciones políticas ocupadas por personajes como Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán, y más recientemente Emilio Álvarez-Icaza, este último, ligado a los Chuchos desde sus años como defensor de los Derechos Humanos, los otros; amantes del vituperio y la denostación más incendiarios.

 

SATÉLITE DEL PRIAN

En lugar de ofrecer a los votantes una vía política digna, el PRD fue perdiendo terreno ante MORENA, la organización política creada por Andrés Manuel López Obrador que termino absorbiendo las demandas de justicia social para México, mientras el partido que fuera la trinchera de Cuauhtémoc Cárdenas, se fue desdibujando poco a poco del entorno electoral. Transformado por los Chuchos en un esperpento ciego, sordo y mudo, el PRD escaló su nivel de confrontación con el ahora Presidente de México, perdiendo la oportunidad de apostar sus últimas fichas a favor de la regeneración interna de su instituto, ahora una antigualla política que toca fondo estrangulada por los aires de extinción.

Las oscuras maniobras de estos personajes, promotores de lineas discursivas muy apegadas al histrionismo y la ausencia de ideología política, terminaron por sepultar la disposición del PRD, de sobrevivir como una fuerza política perdurable.

De haber sido la opción electoral más legítima, con la solvencia moral de algunos de sus miembros, destacados intelectuales y académicos de izquierda, el PRD recurrió al harakiri político, al permitirse acompañar en las urnas al PRI y al PAN, uno, el enemigo histórico por atonomasia, el otro; el conservadurismo más rancio hoy sin otro discurso que no sea el de la frustración y el reproche como estrategia estéril.

 

LA NEGATIVA AL CAMBIO

Paradójicamente, el mismo elemento que provocó el nacimiento del PRD hace 35 años; es el que hoy precipita su aniquilamiento: la negativa al cambio. Hoy, el PRD, es el heredero de los peores vicios de los sistemas políticos reaccionarios, victima de las ideas surrealistas, ininteligibles de sus reptiles favoritos: Zambrano, Ortega y Compañía. En una Asamblea Plenaria, el dirigente Jesús Zambrano, dijo públicamente que “durante la campaña había visto a un PRD fuerte y vigoroso”-palabras más, palabras menos-, ¿Que vio Zambrano que los electores no supieron distinguir? Huelga decir que con la andanada de votos en contra, los ciudadanos, y la raquítica militancia del PRD, han reprobado la alianza de dicho partido con el llamado PRIAN. Pareciera que el único incapaz de percibirlo, fue precisamente ese grupo de políticos voraces alineados a la efímera “Nueva Izquierda”,un sindicato de caudillos vestidos de amarillo.

 

¿AHORA QUIÉN PODRÁ AYUDARLOS?

Con un partido político borrado del mapa electoral por la fuerza de los votantes este 2024, cabría preguntarse, ¿qué será de los Chuchos sin un órgano administrativo del cual puedan continuar engordando la vena? ¿de qué privilegios gozarán? Hoy que la lumbre les llega a los aparejos; ¿dónde se refugiaran del enorme descrédito que los persigue? ¿terminarán afiliándose al PAN? ¿los recibirá el MC, con todo y el aroma a azufre de cartuchos quemados? Y con el deshonroso historial de haber aniquilado a un Partido necesario para la alternancia en México.

Después de la inmensa resaca que ahora sufre el PRIAN, todos los partidos políticos incluido MORENA, deberán reflexionar acerca del rumbo que en pleno siglo XXI ha tomado la Partidocracia en México.

 

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