ACTUALIDAD Y FUTURO
Fran Drescher, “Nana fine”, levanta la voz y advierte que se empiezan a utilizar grandes estudios cinematográficos para reemplazar a actores por Inteligencia Artificial.
Por Alfo Fulcaneli
En los últimos meses, trascendió el estallamiento de una huelga encabezada por el Sindicato de Actores de los Estados Unidos. El objetivo de miles de trabajadores que conforman dicho gremio, es exigir mejores condiciones laborales, sin embargo, la actriz Fran Drescher, ha puesto el dedo en la llaga en un tema que a todos debería preocuparnos: la Inteligencia Artificial, como una herramienta de retroceso a las libertades.
Ciertamente, Drescher, quien adquiriera notoriedad por su papel de la famosa “Nana fine” (The Nanny”), ha pronunciado un esclarecedor discurso, donde advirtió las maniobras utilizadas por los grandes estudios cinematográficos, para reemplazar a los actores por Inteligencia Artificial. Esto último, supone una grave amenaza, abre una discusión de profundo trasfondo ético, ante la posibilidad de que las casas productoras escaneen la imagen de actores, para reproducirlos a entera voluntad.
De acuerdo con el Banco de México, siete de cada 10 trabajadores en el país, podrían ser reemplazados por robots: algoritmos, IA, e incluso brazos mecánicos.
La sustitución de actores de carne y hueso, por réplicas digitales, pareciera una macabra idea extraída de alguna historia distópica, muy común de las películas de ciencia ficción Hollywoodenses; hoy es una posibilidad cada vez más cercana. La huelga de actores, parece marcar un antes y un después en el turbulento siglo XXI, llama la atención que desde la “fabrica de sueños” que representa la Industria del Cine, surja una voz valiente como la de Fran Drescher; cuya advertencia debería ser recibida con absoluta seriedad.
ROBOTS OBREROS
No es la primera vez que la discusión aflora en el escenario internacional, el futuro de una Inteligencia Artificial, que no únicamente sustituya a los humanos en tareas que le son propias, sino que, además, amenace la paz y el orden, son materia de preocupación de filósofos, intelectuales, y hasta el propio Vaticano.
En el ámbito industrial, empresas como ZARA, ADIDAS o TESLA, han incorporado robots a su cadena de producción, siempre con el objetivo de eficientar sus procesos, y entregar los materiales en el menor tiempo posible, algo que el ser humano ha conseguido con grandes dosis de depresión, cansancio, e incluso, connatos de suicidio.
En un informe sumamente relevante, Goldman Sachs, publicó que la Inteligencia Artificial podría reemplazar a nada menos que 300 millones de trabajadores en el mundo.
En el año 2016, desde China-país que no confía en los derechos humanos-, una noticia corrió como la pólvora: la empresa Foxconn, logró reducir su fuerza de trabajo de 110.000 trabajadores, a 50.000, bajo el esquema de introducción de robots. Se estima que, en el mundo, 1,7 millones de empleos en fábricas a nivel global, han desaparecido gracias a la utilización de máquinas.
Pero China, el gigante insaciable, no es el único país que está apostando por las tecnologías que sustituyen la mano de obra humana; cada vez más naciones incursionan en ese rubro, e invierten millones en el desarrollo de protocolos de expansión, de la mano de los robots.
De acuerdo con el Banco de México, siete de cada 10 trabajadores en el país, podrían ser reemplazados por robots: algoritmos, IA, e incluso brazos mecánicos.
En su estudio sobre la automatización en México, el BM afirma que las personas de menor nivel educativo, tienen mayor propensión a ser sustituidas por tecnologías a nivel laboral. La automatización, amenaza al 80.3 % de los trabajadores que carecen de educación media, frente al 39.6%, que cuentan con enseñanza superior.
AUTORITARISMO CIBERNÉTICO
Por si fuera poco, los gigantes de la comunicación Google y Facebook, arrecian sus mecanismos de control en todas sus plataformas, convirtiéndose en censores, inquisidores contemporáneos que han sustituido las viejas hogueras por los modernos algoritmos. No está de más decir, que toda nuestra información, llámese correos electrónicos y hasta conversaciones, se encuentran en manos de dichas empresas, las que, por cierto, ya han sido llevadas a las cortes de los Estados Unidos, por la opacidad en el manejo de la información de millones de ciudadanos.
La idea de que las tecnologías, e incluso, yendo aún más lejos, los robots, pudieran ser utilizados para reprimir a las personas, cada día se fortalece. Esto último ya sucede en China, donde los ciudadanos son prácticamente observados día y noche por cámaras ultramodernas que, por si fuera poco, tienen la facultad de escanear sus datos biométricos.
El escritor y divulgador científico Isaac Asimov, autor de obras contundentes como “Fundación” o “Yo robot”, advirtió en sus libros, el advenimiento de un mundo donde los robots convivirían con los humanos, cuestionando con su racionalismo todo el abrevadero de nuestra especie. En realidad, Asimov, era un avezado humanista, que además tuvo la genialidad de idear las llamadas Tres Leyes de la Robótica, a saber:
- Un robot no puede dañar a ningún ser humano, o por inacción permitir que un ser humano sea dañado.
- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por un ser humano, excepto cuando tales órdenes entren en un conflicto con la Primera Ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.
Pero más allá de Asimov, y su portentoso espíritu futurista, queda demostrado que ni las grandes empresas transnacionales, ni tampoco los gobiernos autoritarios del orbe, están dispuestos a detener la cruzada por la Inteligencia Artificial, la piedra alquímica del siglo XXI; aunque de por medio se encuentren los derechos humanos de millones de personas.
EL FIN DE LA ERA HUMANA
En el libro titulado: “Nuestra invención final”, el autor James Barrat, reflexiona sobre la posibilidad de que la Inteligencia Artificial, amenace la convivencia humana y aún más lejos, que esta pueda rivalizar por el control del mundo frente a sus propios creadores.
Se trata de un libro apasionante, que, a través de entrevistas con personalidades del mundo científico y tecnológico, nos pone a reflexionar acerca de lo que el propio autor ha denominado: el fin de la Era Humana.
Tal como lo han advertido también otros pensadores, el mundo se encuentra en un punto de inflexión. Estamos ante la grave amenaza de acabar con el factor humano, y cederle todo el poder a las maquinas, manipuladas estas por una voraz élite global, que buscaría hacerse con el control total de nuestra especie.
La fiebre por la Inteligencia Artificial, coincide con el modelo transhumanista que cada día parece imponerse con mayor fuerza. Sociólogos y filósofos, reflexionan sobre la extraña necesidad de nuestra especie por renunciar a su identidad, con el fin de imponer ideologías basadas en la autopercepción, algo absurdo. El triunfo de la autopercepción, por encima del rigor científico e intelectual, es uno de los grandes dilemas de la modernidad, que amenaza con la misma fuerza destructora que una Inteligencia Artificial descontrolada.
No es raro que en pleno siglo XXI, cobren fuerza el mito del Gólem, o la narrativa aleccionadora de Frankenstein, e incluso, la moraleja extraída de Dédalo, aquel inventor mitológico que vio sus dos mejores creaciones perderse por los senderos de la soberbia. Una, fueron las alas que diseñó para desafiar la gravedad, la otra, su propio hijo (Ícaro) en el que seguramente vio un espejo de sí mismo. Las alas, se derritieron bajo el poder de un sol abrazador, e Ícaro cayó al mar perdiéndose en su inmensidad.
Faltará ver si en la actualidad, tal como en el mito, será la naturaleza la que ponga orden para demostrar al final, quien manda de verdad en el universo.