29.9 C
Guadalajara
7 de septiembre de 2024
ESTILO DE VIDA

Juan Carlos Macias: “Pinto lo que quiero”

LAS FIGURAS FEMENINAS CABEZONAS Y DEFORMES

“Hay deformaciones, algunas voluntarias, otras involuntarias, porque dicen que el estilo te lo marca la suma de tus deficiencias”.

 

Por Gabriel Ibarra Bourjac

La vida del artista no es fácil, como bien expresa el artista plástico y grabador tapatío Juan Carlos Macías, suele ser de bajadas y subidas. Tienes temporadas que no vendes y otras que vendes mucho. Y Juan Carlos ha vivido esos contrastes de vacas gordas y vacas flacas.

En la carrera de Juan Carlos ha habido momentos de limitaciones, recuerda aquellos días de limpiar el último gramo en el frasco de Nescafé, porque no había para más.

El pintor tapatío se fue con el espejismo de que los dólares estaban a la mano. Cuando llegó a la ciudad de los vientos a principios del nuevo milenio, rentó un departamentito, pero después del éxito de su primera exposición, decidió rentar un piso en el que pudiera trabajar con mayor holgura.

Procedió a montar su segunda exposición, pero a diferencia de la primera, únicamente vendió un cuadro. Y de pronto, prácticamente se queda sin recursos. ¿Cómo pagar la renta tan alta sin ingresos a corto plazo? -Fue su gran dilema-.

“Cuando empecé a hacer figuras muy cabezonas, muy deformes, es porque había empezado el rostro en una tela y no me cabían en el espacio. ¿Qué hago? ¿La borro? Le fui haciendo más chicas las piernas, todavía cebezonas y patonas, como si fueran niñas, pero no son niñas”.

Pero eso es anecdótico. La vida da muchas vueltas y en esos avatares conoció en Chicago a un empresario coleccionista, Maya Romanoff y la circunstancia le cambió, quien le da la mano y le presta un espacio en su fábrica para que pintara. Y así fue como logró superar el escollo y salir adelante.

Juan Carlos nunca imaginó que la pintura lo convertiría en un hombre de mundo. “Soy un poco viajero y un poco irresponsable – ríe-. A fuerzas se tiene una visión cosmopolita de la vida. Lo vas adquiriendo al ir de un lado para otro, no es que la buscaras, ya la vida te va llevando, un proyecto te lleva a otro y me gustan proyectos de largo aliento, de tal suerte que se que si voy a ir a picar piedra a un país nuevo no puedo estar tres meses, necesito producir allí, conocer el medio y esto te lleva años. He vivido en lugares distintos…”

Hay sucesos en la vida que vienen a marcar tu destino. Y en la carrera en el mundo del arte de Juan Carlos Macías hay dos vivencias que fueron el parteaguas para que su talento tuviera alcance y proyección mundial, como fue la decisión de irse a vivir a Chicago allá por 2003 y el haber ganado un concurso para una obra pictórica en el Metro de esta ciudad, en la época que la ciudad estaba compitiendo para organizar las olimpiadas, que finalmente quedaron en Rio de Janeiro en 2016.

Ese viaje a Chicago le permitió conocer a un personaje generoso que sería fundamental en su carrera en el campo del arte, Maya Romanoff y que se convirtió en su principal coleccionista.

“Los Romanoff fueron muy buenos, sigo teniendo relación con la familia, pero se murió el señor, se llamaba Richard, pero se lo cambió a Maya…hizo un emporio del papel tapiz en el mundo. Se hizo una novia en Yucartán y se puso Maya…era un tipo muy interesante, hablaba inglés, francés, español, un tipo muy culto…”

 

“MI OBRAS ES FUNDAMENTALISTA, FIGURATIVA”

Juan Carlos en la entrevista habla de su obra y de su estilo.

El estilo de pintar de Juan Carlos Macías de deformar los cuerpos.

“Mi obra es fundamentalista, figurativa, porque reconoces lo que hay. Soy expresionista, porque no es realista; hay deformaciones, algunas voluntarias, otras involuntarias, porque dicen que el estilo te lo marca la suma de tus deficiencias”.

“Cuando empecé a hacer figuras muy cabezonas, muy deformes, es porque había empezado el rostro en una tela y no me cabían en el espacio. ¿Qué hago? ¿La borro? Le fui haciendo más chicas las piernas, todavía cebezonas y patonas, como si fueran niñas, pero no son niñas”.

Así es como describe su estilo Juan Carlos Macías, un hombre cosmopolita que gracias a la pintura y a su talento ha vivido en varios países, como Estados Unidos, en Los Ángeles, Chicago; en Cherburgo y Normandía en Francia; Marruecos y ha trabajado en Alemania.

Al artista plástico tapatío Juan Carlos Macías, le gusta dibujar cuerpos humanos, especialmenrte mujeres.

¿Cómo ha sido tu vida como pintor? 

Muy buenas, pero bajadas y bajadas y luego una subiditas y otra bajada…ya con los años, ahorita vivo a gusto, ya no tengo exabruptos económicos, pero nunca sabes, es costoso mantener dos talleres que es mi caso, estar produciendo siempre te cuesta y mi obra no es tan bonita, no le gusta a mucha gente, no es tan atractiva, tengo algunos coleccionistas serios, hay gente que no quiere ver un cuadro mío en su sala pero soy terco, lo que quiero hacer es obra de arte y la hago; puedo hacer pintura complaciente, a quien le gusta flores, un bodegón, un caballo, lo que quiero hacer es obra de arte, tengo ya 60 años…

No tengo muchas exigencias; no bebo alcohol, que es un factor, porque muchos te compran cuando traes alcohol encima y si no lo traes te dicen: alguien que no bebe no es confiable.

Juan Carlos Macías, se ha convertido en uno de los pintores más reconocidos de Jalisco.

No hago muchas relaciones públicas, no ando detrás de los coleccionistas, los que he tenido como Romanoff fue un chiripazo, nos caíamos bien, era de una generosidad extraordinaria con mi familia y con mi hijo Emiliano.

 

La pintura te ha llevado por el mundo…

Sí, sí…en parte la pintura, de joven me fui a estudiar a Estados Unidos, después de que terminé la escuela en México me fui otra vez a Estados Unidos a hacer una especialidad en gráfica, es lo que me ha movido a todas las partes a las que he ido.

 

¿Y cómo fue que viviste tres años en Francia?

Son circunstanciales, por ejemplo, cuando viví en Francia realmente tenía que irme a vivir a Alemania, pero no lo hice porque me salía más caro. Tenía que hacer un trabajo para la ciudad de Chicago, como era un trabajo muy especializado de mosaico pero de alta calidad. La empresa que tiene mas tiempo en el mundo  es la de Franz Meyer que está en Alemania, resistió las guerras mundiales, tiene 170 años   de existir y se dedica a hacer mosaico y vitral.

El mosaico se licitó para una obra del metro de Chicago en la época que Chicago estaba participando para las olimpiadas que finalmente se quedaron en Brasil y estaban renovando algunas estaciones céntricas, 11 estaciones del tren.

Hicieron la licitación entre un listado de artistas posibles, participé en la licitación y mi propuesta ganó el proyecto de una de las obras públicas que se iban a hacer con este fin.

Tardamos tres años para elaborar el proyecto hasta la instalación.

En la licitación te pedían que garantizaras una obra de cien años de durabilidad y hay mosaicos de más de dos mil años que existen…

Salía muy caro vivir en Alemania, me fui a un pueblito de Normandía en Francia.

Disponía de una casa muy grande, tenía que seguir produciendo y allí viví tres años.

Su obra tiene un alto valor en el mercado del arte.

¿Cómo nace tu vocación de artista? 

Desde niño dibujaba y me soñaba como artista, me acuerdo que de niño iba al ex Convento del Carmen, veía grabados y pensaba no se cómo le hacen estos, pero son unos genios, porque no tenía ni idea de la técnica. En tiempos de las olimpiadas, tenía 7 años (nací en el 61) nos pidieron hacer un dibujito en la escuela con el tema de los juegos olímpicos, resulta que les gustó mi dibujo, participó en el concurso y ganó, fue un concurso interescolar, también ganó, ya no supe que pasó en la siguiente etapa, seguramente ya no ganó.

 

¿Qué dibujabas? 

Me gustaba dibujar… dibujaba a Batman, sí pensaba que podría ser un pintor, pero era difícil, de alguna manera lo percibía, mi padre era músico y la pasábamos difícil, mi papá tenía que hacer otras chambas, no podía mantenerse de la música cabalmente.

Y estaba como el estigma, ‘a esto no te metas, estudia doctor, ingeniero’ -me decía mi padre-.  Tenía un hermano músico muy bueno, pero era médico; mis hermanas cantan, pero son maestras; estudiar una carrera, me pedía y así fue como estudié arquitectura y logré concluirla; después estudié artes plásticas.

En mis tiempos terminabas la secundaria y ya podías estudiar artes plásticas, era una carrera técnica, no era licenciatura y que no terminé; la prepa sí la terminé.

ESTUDIÓ ARQUITECTURA

Sobre su carrera expresa: “es una de las cinco bellas artes y hay una línea de la arquitectura que no es tan teorica, la parte de la historia de la arquitectura”.

“En arquitectura aprendí la teoría de la perspectiva, de la geometría analítica y la geometría descriptiva, todas estas cosas te llevan a que tengas un mejor entendimiento de las formas, luces. La arquitectura me sirvió mucho como formación. La vocación ya la tenía”.

Recuerda que de niño, tenía 2 o 3 años, de la mano del abuelo iba a ver los murales de Orozco  a Palacio de Gobierno y al Cabañas; inclusive recuerda haber visto pintar a Gabriel Flores.

 

DE FAMILIA DE ARTISTAS

Juan Carlos viene de familia de artistas. Su padre que era saxofonista, batalló porque en ese tiempo no había bandas de jazz y tenía la responsabilidad de sacar a sus siete hijos adelante. Sus hermanos tocaban también diversos instrumentos y él aprendió a tocar la guitarra, pero hoy le cuesta trabajo hacerlo por un accidente que sufrió y que le dejó una mano tuyida.

Su abuelo, por parte de su madre, era muy buen dibujante.

Juan Carlos a los diez años entró a estudiar pintura al jardín del arte en el Agua azul, en aquellos talleres que impartían los domingos, eran talleres abiertos, allí estaba Jesús Mata dando clases, estaba también Carlos Terrez, pintaban con crayolas, lápiz con T; luego fue al Colegio de Santa Teresa de Ávila a recibir clases de óleo al que iban puras niñas y Juan Carlos era el único varón. Allí aprendió a pintar óleo.

Un accidente que sufrió le costó perder uno de sus dedos. Fue cuando se puso a construir viviendas. “No fue grata mi incursión en la arquitectura y construcción. Zapatero a tus zapatos”, dice con la sonrisa en el rostro.

La vocación por la pintura se le fue reafirmando y hoy Juan Carlos Ahora es un artista consagrado y reconocido. Tiene dos talleres pegados en la zona del Centro de Guadalajara, uno en la azotea de su casa donde vive, y el otro está a la vuelta.

Hoy ya no vive con las vicisitudes económicas como le sucedió a principios del dos mil y a sus 64 años pinta lo que quiere, consciente de que a mucha gente no le gusta lo que pinta, “lo que quiero hacer es obra de arte y la hago; puedo pintar, puedo hacer pintura complaciente, a estas alturas de mi vida”.

 

POST RELACIONADOS

La pelea del nuevo milenio: Elon Musk vs Zuckerberg

Legisladores de México

La escultura urbana y la política, aciertos y desaciertos en Jalisco

Legisladores de México

La importancia de la escultura urbana a través de la historia

Legisladores de México

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más