LA ELECIÓN DE CLARA BRUGADA
Por María LaChino
El proceso de encuestas al interior del Partido de Morena permitió definir perfiles para que éstos se convirtiesen en los nueve posibles precandidatos a gobernador, gobernadora y jefe o jefa de gobierno para la Ciudad de México en las próximas elecciones, pero a su vez generó al interior del partido y fuera de él, diversas especulaciones relacionadas al “bastón de mando” que había cedido López Obrador a Claudia Sheinbaum.
Se rumoraba que el Presidente había impuesto a Clara Brugada y Sheinbaum a Omar García Harfuch en la capital del país.
En el caso de la Ciudad de México, Mario Delgado, presidente nacional de Morena tuvo que salir en una conferencia de prensa para informar que los resultados se postergarían 10 días más, ya que el Instituto Nacional Electoral (INE) a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), había mandatado a los partidos políticos cumplir con la paridad de género.
La postulación de Clara Brugada, nos hace justicia a decenas de mujeres que han intentado ocupar un cargo de elección popular o un encargo en la administración pública y en muchas ocasiones, se nos ha negado la oportunidad de participar.
Es así que las dirigencias nacionales de los partidos políticos iniciaron una serie de negociaciones, acuerdos políticos con el objetivo de cumplir mandamientos de instituciones y de organismos autónomos para que en las nuevas gobernaturas, quedaran al frente, al menos cinco mujeres. En el epicentro del país, la decisión no era sencilla para la dirigencia nacional del partido de Morena.
Por una parte, nos encontrábamos a un aspirante a encabezar los comités en defensa de la cuarta transformación, con gran simpatía del género femenino, con altas preferencia electorales en las encuestas; en un segundo lugar la excaldesa de Iztapalapa. Detrás de él, operadores políticos cercanos a Sheinbaum quienes fácil y rápidamente habían arropado al ex Secretario de Seguridad Ciudadana de la capital; un actor político señalado por su relación y encubrimiento a la desaparición de los 43 Normalistas de Ayotzinapa, quien semanas antes se había sumado a las filas de Morena previo a su postulación.
Por otro lado, veíamos a una candidata con gran cercanía al Presidente y a Claudia Sheinbaum cuando fue Jefa de Gobierno en la Ciudad de México. Brugada, una mujer de izquierda, de lucha, con un sentido social y humanista, alcaldesa dos veces por elección popular, que conocía las problemáticas más importantes y apremiantes de una alcaldía que parecía tener todas las carencias: falta de agua, obras e inseguridad y que ella poco a poco fue convirtiendo a Iztapalapa en una alcaldía de “Utopias”. Además del apoyo de los “puros” y fundadores del partido, movimientos sociales de izquierda, sobre todo movimientos feministas y de aquellos intelectuales que han visto en el movimiento de la Cuarta Transformación una plataforma de cambio para el país como Paco Ignacio Taibo II, Elena Poniatowska, Lorenzo Meyer, Sabina Berman, entre otros.
De modo que, ante el triunfo del sábado pasado de Clara Brugada como precandidata única del partido de Morena, se ha dicho que en el resultado influyó mucho la decisión del Presidente y que aún sigue teniendo el bastón de mando e incluso han hablado de un posible “maximato” cuando él deje la presidencia. Por el contrario, con Sheinbaum se ha comentado y ridiculizado el evento de entrega de “bastón de mando”, porque detrás de ella López Obrador sigue tomando decisiones, ya que Sheinbaum, no pudo hacer que su “candidato” quedara en la boleta.
A Clara Brugada se le concedió porque su trabajo le ha costado; su trayectoria; los resultados y su experiencia de más de 20 años en la política. Decir lo contrario, me parecería injusto, siendo una ciudad de vanguardia y de derechos, que también, por cierto, hace meses gobernó una mujer y que ahora será la próxima presidenta del país.
Sea una cosa u otra, lo cierto es que la postulación de Clara Brugada, nos hace justicia a decenas de mujeres que han intentado ocupar un cargo de elección popular o un encargo en la administración pública y en muchas ocasiones, se nos ha negado la oportunidad de participar.
Fue el TEPJF quien aprobara los criterios que garantizaban la paridad de género en la postulación de al menos cinco mujeres en las nueve entidades donde se elegirán gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en el proceso electoral local 2023-2024, derivado de una orden de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quien sería el detonante para que en estas elecciones se respetara el principio de alternancia de género, aún cuando el partido de Movimiento Ciudadano impugnara este acuerdo.
Ahora bien, si el INE y el TEPJF tienen años de su existencia, ¿por qué apenas se respetó un acuerdo emitido por una autoridad judicial? La respuesta es muy sencilla: porque hubo detrás de cada decisión un conjunto de mujeres consejeras y magistradas, además de aliados que hicieron posible la paridad de género y las candidaturas de mujeres como Clara Brugada. Mujeres responsables y que han impulsado con los partidos políticos la paridad de género, como la consejera Rita Bell López, Dania Ravel, Norma De la Cruz, Claudia Zavala, Carla Humphrey y la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei y el trabajo de las magistradas Mónica Soto Fregoso y Janine Otálora Malassis, quienes hacen justicia para que la participación sea equitativa.
He leído y escuchado comentarios sobre la candidatura de Clara Brugada: “La paridad le ayudó”; “El género hizo que ganara”; “si no hubiese paridad de género, no hubiese ganado”; entre otras expresiones. Se le concedióporque su trabajo le ha costado; su trayectoria; los resultados y su experiencia de más de 20 años en la política. Decir lo contrario, me parecería injusto, siendo una ciudad de vanguardia y de derechos, que también, por cierto, hace meses gobernó una mujer y que ahora será la próxima presidenta del país. La candidatura de Clara es y seráuna decisión democrática.
La paridad de género que tanto hacen mención coadyuva a fomentar una participación igualitaria entre hombres y mujeres en los puestos de elección popular y de toma de decisiones en la administración pública, mismo que resulta un indicador para evaluar la democracia de un país. Esa democracia que ha sido construida y donde han participado miles de ciudadanos, ciudadanas, movimientos sociales de izquierda, actores sociales importantes y movimientos feministas que llevaron a López Obrador a la presidencia de este país, aquellos que también fueron los que rechazaron la candidatura de Omar García Harfuch en la Ciudad de México.