DE PRIMERA MANO
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
Si insistimos en que hay señales en el escenario político del México de nuestros días, donde todo lo que suceda está relacionado con el proceso sucesorio en la presidencia de la república, no nos vamos a equivocar.
Y en los días recientes, “algo” sucedió en la comunicación de López Obrador con la Casa Blanca, en Washington, que nos podría servir para explicarnos algunas actitudes y declaraciones reflejadas en las “mañaneras” de palacio nacional.
Todo comenzó con los artículos publicados por el doblemente laureado con el Premio “Pulitzer” de periodismo, Tim Golden, quien hizo revelaciones acerca del origen del compromiso de AMLO con la delincuencia organizada, al recibir en 2006, como candidato presidencial del PRD, recursos económicos para su campaña del cártel de Sinaloa.
La reacción en palacio no se hizo esperar y exigió una disculpa del gobierno de los Estados Unidos, señalado por el mismo Presidente como auspiciador de la publicación de Golden.
Xóchitl comenzará a subir y Sheinbaum a bajar. Es muy difícil hablar de continuidad cuando los proyectos más sensibles de la “cuarta transformación” como la seguridad pública, la salud y la corrupción, han sido un completo fracaso.
Lo que siguió fue una conversación telefónica entre López Obrador y Joe Biden, el presidente de los Estados Unidos. Después de eso no pasaron muchos días para que viajara a México y sostuviera una reunión en palacio, la asesora en seguridad de Biden, Elizabeth Sherwood-Randall. ¿A qué vino? La respuesta oficial fue a tratar asuntos sobre migración.
Sin embargo, lo que se hizo trascender de ese encuentro fue el anuncio de la visitante en el sentido de que la investigación iniciada contra López Obrador por parte de Washington ante la acusación de estar ligado con el narcotráfico, “era un caso cerrado”.
En la “mañanera” siguiente, el Presidente dijo que la publicación de Golden y la “presunta” investigación en su contra por parte de Estados Unidos, “le había hecho lo que el viento a Juárez”, es decir, “nada”.
A pesar de ello, cuando el día 5 de febrero presentó su paquete de veinte reformas constitucionales, hizo una sorpresiva declaración en la que, por vez primera, podría decirse que pasó por su mente la posibilidad de una derrota electoral:
“Con estas reformas a la Constitución, si acaso regresan los conservadores al poder, que batallen”.
Al mismo tiempo, empezó a arremeterse en contra de la virtual candidata presidencial opositora a MORENA, Xóchitl Gálvez. Todo el aparato cibernético que opera el vocero Jesús Ramírez Cuevas, se abalanzó en contra de la adversaria de Claudia Sheinbaum y, más allá de eso, le armaron manifestaciones en contra de su visita a Nueva York y Washington.
Y una pregunta especial empezó a flotar en el aire: ¿Si el Presidente y la candidata oficial está tan seguros de su triunfo el próximo 2 de junio, por qué los ataques contra Xóchitl?
Y, coincidencia o no, ha comenzado a trascender una evidente reducción en las preferencias a favor de la señora Sheinbaum. Y, haciendo a un lado los resultados de “México Elige” que registran solo una diferencia de ocho puntos a favor de doña Claudia, la verdad es que si este 1 de marzo arrancan de manera oficial las campañas con una diferencia de 15 y hasta 20 puntos, no cabe la menor de las dudas de que será una elección cerrada.
Finalmente y dentro de las especulaciones como consecuencia de los hechos en palacio nacional a razón del anuncio estadounidense, cabe una pregunta: ¿A cambio de qué López Obrador consiguió que la administración Biden autorizara hacer el anuncio de que la investigación en su contra estaba cerrada?
Xóchitl comenzará a subir y Sheinbaum a bajar. Es muy difícil hablar de continuidad cuando los proyectos más sensibles de la “cuarta transformación” como la seguridad pública, la salud y la corrupción, han sido un completo fracaso.
Lo anterior lo sabe el Presidente pero se muestra confiado en el triunfo. Esto no evitó que en su púlpito del pasado martes, cuestionado acerca de si admitiría una derrota electoral, respondiera que la palabra final la tiene el pueblo.
“Porque es el pueblo el que manda. Y si se equivoca, vuelve a mandar”.
… Desde luego, yo tampoco le creo al Presidente.