¿QUÉ TAL SI NO LO FUERA?
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
EL FUTURO a corto y mediano plazo para México no es muy claro. En el horizonte se pueden ver nubarrones. La tormenta podría desatarse desde dentro o desde fuera.
En primer lugar, la elección de la próxima o el próximo presidente de los Estados Unidos, influirá determinantemente en la actitud que asuma el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
El primer escenario que obliga a la reflexión es la probabilidad de que Donald Trump gane la elección. Su mirada hostil hacia México no es nueva y está de más justificar alguno de sus ataques a nuestro país diciendo que son argumentos de campaña para ganar adeptos.
Este señor podría ser capaz de cerrar la frontera hacia el sur sin importarle las consecuencias. O cuando menos, amenazar con ello y conseguir lo que pida, tal y como sucedió con la militarización a la que accedió López Obrador para evitar que se impusieran aranceles a la exportaciones a los Estados Unidos.
No solo eso. El señor Trump vería a todo México como un enorme muro para evitar la migración de Centroamérica y de otras partes del mundo hacia su territorio y sus presiones al gobierno mexicano no esperarían.
¿Alguien puede ser tan ingenuo como para no creer que una administración Trump atacará las inversiones chinas en México, porque esto último ya ha sido parte de su discurso?
Y en nuestro país, las inversiones de China en los últimos dos años se han triplicado, mucho más que lo aplicado en los recientes 18 años.
Y luego este anuncio por parte del magnate Elon Musk al “pausar” la inversión millonaria anunciada para construir en Monterrey la “GigaMéxico” de TESLA, motivado por las declaraciones del candidato republicano, en el sentido de que impondría aranceles a las exportaciones de automóviles producidos en México.
Esta noticia ya golpea a nuestro país. Primero porque al “pausar” la inversión la convierte en “volátil” y, segundo, porque esa suspensión invade el pensamiento de la inversión extranjera en México.
Por otro lado, el compañero de fórmula de la candidatura presidencial republicana, un señor de nombre James D. Vance –candidato a la vicepresidencia- al parecer, es un conservador más radical que Trump.
Vance guarda un agravio personal contra los narcotraficantes, porque su madre era una drogadicta. Él posiblemente impulsaría en el Congreso la idea de declarar a las organizaciones delincuenciales en México como “organizaciones terroristas”, lo que abriría las puertas al gobierno estadounidense para invadir nuestro territorio y “tratar de acabar” con el crimen organizado.
Por cierto, lo lamentable de este último aspecto no es el hecho de que se quiera combatir al crimen, sino que esa labor correspondería al gobierno mexicano, exclusivamente.
Por lo pronto, la presidenta electa de México ha asumido una postura digna ante los ataques del candidato republicano, estableciendo que “el trato con los Estados Unidos deberá ser en igualdad de circunstancias. Somos amigos y su principal socio comercial. Deberá ser una negociación entre iguales”.
Por otro lado, la señora Sheinbaum no recibirá una administración federal muy “bollante” desde el punto de vista económico. A pesar de que las voces afines al Presidente aseguran que éste dejará los recursos suficientes para seguir adelante con los programas asistenciales, hay quien asegura que la realidad es muy diferente.
Los dos billones de pesos con los que se endeudó al país en este 2024, no están siendo destinados a actividades productivas, más bien, están siendo utilizados en gran parte a completar el gasto en las obras emblemáticas como el Tren Maya y la famosa refinería de Dos Bocas.
Durante su campaña, la candidata de MORENA y aliados, ofreció ampliar los programas asistenciales a las mujeres madres de familia entre los 60 y los 64 años. Hace apenas unos cuantos días, justificó un recorte de esa promesa al anunciar que “por disciplina presupuestaria”, se comenzará con ese programa pero solo con las mujeres indígenas.
En los hechos, comenzó con el incumplimiento de una promesa. Quizá se echó para atrás al enterarse –entre otras cosas- que heredará un déficit fiscal importante.
Aunque con un pensamiento ideológico más radical que el del priísta que lleva dentro López Obrador, Claudia Sheinbaum continúa siendo una duda. Esperemos verla sentada en la silla presidencial y empezar a calificar sus acciones y decisiones.