VA CONTRA EL MUNDO “PROGRE”
Donald Trump, será, sin duda, uno de los acontecimientos más determinantes del siglo XXI.
Por Aldo Fulcanelli
La vuelta al poder de Donald Trump, será, sin duda, uno de los acontecimientos más determinantes del siglo XXI. Inesperado para muchos, pero claro y conciso para los entendidos en Geopolítica, el triunfo del magnate y los acontecimientos que lo antecedieron, parecieran extraídos de una novela de Mario Puzo; famoso por reunir a empresarios, artistas y jefes de la mafia en unos cuantos renglones.
Pero el acontecer de nuestra afanosa modernidad, infestada de fake news, tendencias, y los estertores agónicos de las corporaciones mediáticas tradicionales, parecieran el cuadro perfecto para el advenimiento de un personaje como Trump, presentado desde sus propias entrañas como el hombre capaz de evitar la profetizada muerte de la América anglosajona.
EL COMETA NEOYORQUINO
Tras enfrentar un juicio donde fuera declarado culpable de 34 cargos, Trump, se convertirá en el 47° presidente de los Estados Unidos de América, y el único en ostentar además una causa penal sobre los hombros. Sin embargo, vale decir que dicho juicio, tuvo el infaltable olor a naftalina que caracteriza a la decadente moral pública estadounidense, sobre todo, si analizamos que el detonante fue una relación sexual consensuada con la actriz porno Stormy Daniels, y el aparente pago por su silencio.
No está demás señalar, que la acusación, pareciera haber sido montada desde algún cuarto de guerra mediático, con el claro afán de sacar de la carrera presidencial al obstinado Trump, conocido por su fama de ave de las tempestades, tras salir airoso de múltiples trances. Por muy escandaloso que parezca, mantener una relación sexual consensuada no tendría que ser un delito “ni aquí ni en China”, pero la idea, resulta un apetecible bocado para los jueces yanquis que parecieran fanáticos de Torquemada, aquel temible inquisidor español cuyo nombre todavía huele a muerte.
DE VILLANO A HÉROE
La obsesión de Joe Biden y sus cortesanos por despeñar los pasos de Trump desde diversos frentes, todos aderezados por el tufo mediático, solo consiguió fortalecer la imagen del magnate neoyorquino, quien a la manera de un toro de lidia, se embraveció tras los ataques.
El juicio magnificado una y mil veces en los encabezados de los Diarios, se convirtió en la vía dolorosa de Biden y su favorita Kamala Harris, quienes a pesar de los litros de tinta derramados inútilmente por los medios convencionales afines; no pudieron detener el ascenso de Donald Trump.
En América Latina no fue distinto, cualquier cosa que tuviera relación con Trump, se había asociado irremediablemente con el racismo, la misoginia, y la inmoralidad mas pendenciera.
Pero la realidad no es de absolutos, el contexto reconoce tonalidades y matices. A menudo las declaraciones del personaje en cuestión, han sido sacadas de contexto por los Demócratas capitaneados por George Soros, principal patrocinador de ese gremio político, famoso en el orbe por sus capacidad más que tóxica por corromper aquello que toca.
Las intentonas de Soros y sus esbirros por frenar la candidatura de Trump, solo consiguieron el efecto contrario. Acusado afanosamente por los tribunales, pero asimilado por sus votantes como un héroe en tiempos de persecución, Trump, llegó al final del juego incólume, vestido de traje y corbata, con el semblante bronceado que tanto irrita a sus detractores.

UN AVE FÉNIX
Uno de los errores de cálculo de los autores del “ Trump affaire”, es no entender que ni el sentir de América Latina, ni las guerras libradas en la Mass media, son determinantes en el acontecer político de los Estados Unidos.
La guerra electoral no se gana con likes ni consideraciones subjetivas, sino con el voto, algo que Trump supo construir con el denuedo de una abeja obrera.
Otro factor determinante para el apuntalamiento del fenómeno Trump, fue el atentado que sufrió, y que casi le cuesta la vida. La imagen de un Donald Trump sangrante, alzando el puño y gritando fuck ante una multitud efervescente, se convirtió en uno de sus eslabones electorales.
La mente siniestra detrás del atentado, falló el tiro fatal que, en realidad, no provenía de un francotirador únicamente, sino del centro mismo del llamado Estado Profundo, un círculo que concentra los intereses bélicos y políticos más oscuros de Washington. Sin embargo, aquella bala que llevaba el nombre del entonces candidato, y que retrotrajo el recuerdo de JFK desde una Dallas en color sepia, pegó en el corazón de la clase obrera, bastión de oro del magnate.
UN PESO WELTER
Tras los juicios y el atentado, la obstinada figura de Trump, emergió entre la clase trabajadora de los Estados Unidos.
Aunque la televisión, contenedor de la histeria colectiva le cerró la puerta, X, la red social propiedad de su aliado Elon Musk, se la abrió de par en par, poniendo fin a la célebre censura de su antecesora Twitter.
Entretanto, en América Latina, los estudiosos de la Geopolítica supieron que Kamala Harris no ganaría ni por asomo, a ella le faltaba el coraje,
la diatriba nacionalista, la mascullante terquedad de un Donald Trump forjado entre los galerones del Studio 54, los rascacielos y los índices de Wall Street.
El neoyorquino apareció lo mismo sirviendo comida en un MacDonald’s, que trepado en un camión de basura.
Su narrativa visual y verbal, supo concentrar la esencia de la forma de vida americana: la cultura del esfuerzo, el resguardo de los valores de la familia, por ejemplo; íconos emocionales de la sociedad anglosajona.
Blandiendo dichos estandartes, Trump, bajo el lema de “Make America Great Again”, conquistó el respaldo de los supremacistas blancos, atornillados con el cierre de la frontera, los aranceles a China, también la retórica de que más allá del Río Bravo acechan los “bad hombres”, forajidos a la altura de cualquier película de John Wayne.
UN MANDAMÁS PARA LA REGIÓN
A horas de que el mundo retuviera el aliento por el triunfo electoral de Donald Trump, otra noticia puso a temblar a toda América Latina. Marco Rubio, político de origen cubano, famoso por su posición contraria al régimen venezolano, némesis de Daniel Ortega en Nicaragua, y duro crítico de los gobiernos progresistas de la región, fue elegido por Trump como su próximo Secretario de Estado.
Siempre en el ojo del huracán, Rubio es relacionado con las empresas fabricantes de armas en EEUU, dueño de una retórica que lo sitúa en el ala más ultra de la política del vecino país.
Su nombramiento como el Jefe máximo de la política en la todavía nación más poderosa del orbe, enciende un foco de alarma que no puede ser obviado. Rubio, ha dicho que está a favor del bloqueo en Cuba, una posición que ya solo comparten Israel y EEUU en el mundo, por ejemplo. También es un abierto promotor de los aranceles y la confiscación de bienes a los enemigos regionales de Washington.
Para triunfar en el cargo, Rubio deberá entender que el mundo de la Guerra Fría no existe más. Que el discurso del socialista perverso y el capitalista bueno y exitoso, ese que tanto excita a las grande audiencias, no produce grandes dividendos fuera del nacionalismo yanqui que es quien lo tiene ahí. Más allá de Washington, existe un mundo multilateral donde el pensamiento único ya no es bienvenido, Rubio, necesitará sentarse a dialogar con la izquierda a la que tanto aborrece, y el diálogo no es precisamente su mejor cualidad.
TRUMP VS EL MUNDO PROGRE
En un video, Donald Trump aseguró que luego de tomar posesión, prohibiría las políticas a favor de la ideología LGBT, entre ellas la divulgación de esa forma de vida en las escuelas, e incluso, la penalización de las cirugías de cambio de sexo. Bajo el lema de “la familia primero”, Trump ha retomado la política afín al puritanismo con aroma bíblico en pleno siglo XXI.
El magnate, se convertirá en la piedra en el zapato del Complejo Militar Industrial que mantiene secuestrada a la CIA y al Departamento de Estado.
También, en el enemigo más poderoso de George Soros, ideólogo (no acreditado) del aborto y la Ideología de Género, el mismo que promueve el feminismo radical que año con año destroza las calles del mundo y daña el patrimonio cultural de las ciudades. ¿Qué hará Trump para frenar el financiamiento de Open Society? La organización de Soros que opera en el mundo con total impunidad, envenenando la mentalidad de los jóvenes.
Antibelicista, puritano y enemigo declarado de la llamada izquierda progre, Trump, sabe que para imponer su estilo personal de gobernar debe dar un golpe de mazo. ¿entenderá que el mundo cambia a una velocidad vertiginosa?
¿comprenderá a profundidad, el compromiso y el denuedo que la humanidad reclama de un gobernante como él?