CAOS QUE RESPIRA, VERDAD QUE CANTA
Comparte su visión sobre el proceso creativo, los desafíos de ser un artista abstracto en un país de tradiciones figurativas y el papel del arte en un mundo acelerado.
Por Raúl Cantú
En el vibrante universo del arte plástico mexicano, Armando Meléndez emerge como una voz singular, un pintor que transforma el lienzo en un espacio de emociones puras y exploraciones intuitivas.
Con una carrera que abarca más de cuatro décadas, el maestro Meléndez ha forjado un lenguaje abstracto que fusiona la intensidad de los colores mexicanos con la libertad del expresionismo abstracto que descubrió en Nueva York, su «segunda patria».
Desde sus inicios como estudiante de intercambio en Long Island, donde la obra de Willem de Kooning lo marcó profundamente, hasta sus experimentaciones con arena, óxidos y resinas en su estudio actual, Meléndez ha convertido la pintura en un acto de descubrimiento, un diálogo visceral entre el artista, los materiales y el espectador.
En esta entrevista Raúl Cantú se adentra hoy en la mente de este creador incansable, cuya obra no solo refleja una conexión profunda con la cultura mexicana, sino también un puente hacia el arte global.
Influenciado por su formación en arquitectura y por maestros como Pierre Alechinsky, Meléndez aborda cada cuadro como un espacio donde el caos y la armonía coexisten, donde el tiempo parece detenerse y, a la vez, seguir vivo. Sus exposiciones, desde Guadalajara hasta las Bahamas, demuestran su versatilidad y su capacidad para dialogar con públicos diversos, siempre invitándolos a encontrar sus propias historias en las texturas y colores de sus lienzos.
En esta entrevista, Meléndez comparte su visión sobre el proceso creativo, los desafíos de ser un artista abstracto en un país de tradiciones figurativas y el papel del arte en un mundo acelerado. Con una pasión que trasciende las fronteras y una obra que desafía las convenciones, nos invita a reflexionar sobre el poder del color, la importancia de la intuición y el lugar del arte plástico en la sociedad mexicana contemporánea. Acompáñenos en esta conversación que promete revelar los matices de un artista que, en cada trazo, captura la esencia de lo humano.

SU DESPERTAR ARTÍSTICO
Pregunta. ¿Cuándo y cómo descubrió su pasión por el arte plástico? ¿Hubo alguna experiencia o persona clave que lo inspiró a dedicarse a esta disciplina?
Mi pasión por el arte comenzó en mi adolescencia, alrededor de 1973, cuando era estudiante de intercambio en Islip, Long Island. Recuerdo vividly el impacto que tuvo Willem de Kooning en mí; su trabajo me abrió los ojos a lo que la pintura podía ser. Aunque estudié arquitectura, siempre supe que pintar era mi verdadera vocación. El lienzo me ofrecía una libertad que no encontraba en las líneas rígidas de la arquitectura. Mi tiempo en París con Pierre Alechinsky también fue crucial; su espontaneidad me enseñó a dejar que la intuición guiara mi mano.
¿Cómo describe su proceso creativo? ¿Comienza con una idea clara o permite que la obra evolucione orgánicamente mientras trabaja?
Mi proceso es intuitivo y experimental. No empiezo con una idea fija; dejo que el lienzo me hable. Me gusta trabajar con el azar, salpicando pintura, incorporando arena, óxidos o resinas. Es un diálogo entre mis impulsos y los materiales.
A veces, el caos inicial se transforma en algo que siento profundamente verdadero, como si el cuadro encontrara su propio significado. Para mí, pintar es un acto de descubrimiento, no de planificación.
LOS MATERIALES Y SUS EXPERIMENTOS
¿Qué técnicas o materiales son fundamentales en su trabajo? ¿Ha experimentado con nuevos medios o enfoques recientemente?
El óleo sigue siendo mi base, pero he incorporado materiales poco convencionales como arena, cementos y resinas para crear texturas que hagan que la obra sea táctil, casi tridimensional. La arena, por ejemplo, me conecta con la tierra, con lo orgánico. Últimamente, he estado experimentando con oxidaciones para generar colores que evolucionan con el tiempo, como si la obra tuviera vida propia. Cada material es una herramienta para expresar algo que las palabras no pueden.
¿Qué lo inspira actualmente? ¿Cómo influyen su entorno, la cultura mexicana o los acontecimientos sociales en sus obras?
La inspiración viene de la vida misma: un atardecer, la vibración de los colores en un mercado mexicano, o el ritmo frenético de Nueva York, mi segunda patria. La cultura mexicana está en mi paleta: los rojos, azules y amarillos vibrantes que remiten a nuestra historia y tradiciones. Aunque mi trabajo es abstracto, creo que lleva el alma de México, esa mezcla de lo prehispánico y lo contemporáneo. Los eventos sociales no los abordo directamente, pero el caos y la energía del mundo actual se filtran en mis trazos.
¿Hay temas recurrentes en su obra? ¿Qué mensajes o emociones busca transmitir a quienes observan sus piezas?
El color y el tiempo son constantes en mi trabajo. El color, para mí, es vida; es una forma de capturar emociones puras y hacer que el espectador las sienta.
También me interesa el tiempo como concepto: cómo un momento se puede congelar en el lienzo, pero a la vez seguir vivo.
No busco imponer un mensaje, sino invitar a quien mira a conectar con sus propias emociones, a encontrar su propia historia en la abstracción.
A lo largo de su carrera, ¿cuáles han sido los mayores desafíos como artista plástico en México? ¿Cómo los ha superado?
Uno de los mayores desafíos ha sido encontrar mi lugar en un país con una tradición artística tan rica y dominada por el muralismo y la figuración. El arte abstracto no siempre es entendido o valorado al principio. Pero he aprendido a confiar en mi voz y a seguir experimentando. Otro desafío es el mercado del arte; he superado eso enfocándome en la autenticidad de mi trabajo y buscando oportunidades internacionales, como en Nueva York, Suiza o Grecia, donde mi obra ha encontrado eco.
Influencias artísticas: ¿Qué artistas, movimientos o tradiciones han marcado su trabajo? ¿Hay alguna conexión con figuras como los muralistas mexicanos o artistas contemporáneos?
Willem de Kooning es mi gran referente; su libertad y energía en el expresionismo abstracto me marcaron profundamente. También admiro a Pierre Alechinsky por su espontaneidad. Los muralistas mexicanos, como Diego Rivera o Siqueiros, están en mi ADN cultural, pero mi camino es más abstracto, menos narrativo. Creo que mi trabajo dialoga más con el arte contemporáneo global, aunque siempre lleva un toque de la paleta y la pasión mexicana.
¿Cómo percibe la relación entre su obra y el espectador? ¿Busca provocar alguna reacción específica?
Quiero que el espectador sienta algo, que se detenga y se conecte con la obra a un nivel visceral. No me interesa dictar lo que deben pensar, sino abrir un espacio para que experimenten sus propias emociones. Mis cuadros son como espejos: cada persona ve algo diferente, y eso es lo que hace que el arte sea mágico.
¿En qué proyectos está trabajando actualmente? ¿Hay alguna exposición o colaboración próxima que le emocione compartir?
Este año estoy preparando una exposición individual en la Sala de Arte Rimbaud en Guadalajara y una colaboración con Etra Galería en Monterrey. También tengo un proyecto emocionante con un resort en las Bahamas, donde exploraré cómo mis texturas y colores dialogan con un entorno tropical. Cada proyecto es una oportunidad para seguir experimentando y llevando mi trabajo a nuevos públicos.
El arte en el contexto actual: Desde su perspectiva, ¿cuál es el papel del arte plástico en la sociedad mexicana de hoy? ¿Cómo ve el futuro de esta disciplina?
El arte plástico en México sigue siendo un puente entre nuestra historia y nuestro presente. En un mundo tan digital y acelerado, el arte nos recuerda la importancia de detenernos, de sentir, de reflexionar. Creo que el futuro del arte plástico está en la experimentación y en la conexión global. Los artistas mexicanos tenemos mucho que ofrecer al mundo, y estoy emocionado por ver cómo las nuevas generaciones llevarán nuestra tradición a lugares inesperados.