POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
España quiere sumarse a las legislaciones pioneras de Italia y de Francia en materia de desperdicio alimentario y evitar que siga despilfarrándose la comida no solo en los hogares, también en los restaurantes e igualmente, le meterá mano a todo el producto que los agricultores tiran porque el mercado les exige vender productos bien presentados.
Solo en 2022, cada hogar español tiro a la basura, de media 65.5 kilos de alimentos, Los productos sin elaborar siguen siendo los más desperdiciados, aunque en 2022 fueron un 9% menos que en 2021 y respecto a los platos cocinados, su desperdicio aumentó un 6% respecto de 2021.
En cuanto al comportamiento fuera del hogar, aunque el consumo alimentario aumentó 6.1% en 2022, se produjo una reducción del desperdicio del 11.3%, lo que supone una reducción en más de 4 millones de kilos en comparación con 2021.
Pero el gobierno del socialista, Pedro Sánchez, ha dicho basta y para ello puso en marcha el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario.
El gobierno del socialista, Pedro Sánchez, puso en marcha el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario y quiere conseguir a través de una legislación, una labor de sensibilización y de educación sobre el control de los productos frescos perecederos y no perecederos, y su aprovechamiento.
Quiere conseguir a través de una legislación, una labor de sensibilización y de educación sobre el control de los productos frescos perecederos y no perecederos, y su aprovechamiento, en especial tras la implementación de las nuevas rutinas tanto de trabajo, como de consumo, fuera del hogar.
España se dota, por primera vez, de un marco legal para prevenir el desperdicio alimentario, con un enfoque centrado en la prevención y la concienciación
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, dijo al respecto de esta iniciativa que evitar el despilfarro de alimentos es un “imperativo categórico” que implica al conjunto de la sociedad
Las empresas de la cadena alimentaria deberán contar con un plan de prevención que permita identificar dónde se producen las pérdidas e implementar medidas para minimizarlas
Un aspecto esencial de la ley cuando se produzca el desperdicio alimentario es la jerarquía de prioridades. La prioridad máxima será siempre el consumo humano, a través de la donación o redistribución de alimentos y, cuando no sea posible, se buscarán otros usos como, por ejemplo, mermeladas, piensos o compost.
El proyecto de ley establece medidas de buenas prácticas, como el incentivo del consumo de productos considerados poco estéticos, alimentos de temporada y ecológicos.
Dada la importancia que tiene para la sociedad española en términos de justicia social, protección ambiental y crecimiento económico, el gobierno de Sánchez ha considerado prioritario retomar esta iniciativa legislativa y aprobar este proyecto de ley en el primer Consejo de Ministros de 2024, para su posterior tramitación parlamentaria.
El ministro ha explicado que el desperdicio perjudica especialmente a los más necesitados, al encarecer el acceso a bienes de primera necesidad; malgasta recursos naturales escasos y aumenta los residuos y el impacto ambiental; y lastra la eficiencia del sector productivo y su competitividad.
De esta forma, la futura ley establece una jerarquía de prioridades para el destino de los alimentos que inevitablemente se conviertan en desperdicio alimentario. Es un aspecto esencial, ya que se establece como prioridad máxima el consumo humano, a través de la donación o redistribución de los alimentos.
En siguientes escalones, se contempla la transformación de los alimentos (zumos, mermeladas) y, cuando no sean aptos para el consumo humano, la preferencia de uso será la alimentación animal, la fabricación de piensos o la obtención de compost o biocombustibles.
Las empresas de hostelería tendrán la obligación de facilitar al consumidor que pueda llevarse los alimentos que no haya consumido sin coste adicional alguno en envases reutilizables o fácilmente reciclables, si bien debe cobrar por los envases de plásticos de un solo uso.
La ley también articula medidas de buenas prácticas en cuestiones como la venta de productos ‘imperfectos’; de productos de temporada, de proximidad o ecológicos. Y también para la venta de productos de consumo preferente o de caducidad próxima.
La norma que ya inició su tramitación parlamentaria se fundamenta en valores ampliamente compartidos por la mayoría de la sociedad y es una ley con más vocación de convencimiento y sensibilización que de coerción. Como todas las leyes cuenta con un régimen sancionador.